ETA: ¿BAZA ELECTORAL DE NUESTROS POLÍTICOS?

En política, siempre predomina un interés por encima de otros. No dudo de la honradez de los políticos, y reitero mi respeto y confianza hacia nuestra clase política, aunque a veces, por desgracia muchas, no es merecedora de la misma. Los partidos políticos y, en concreto, los  políticos, trabajan por ganar unas elecciones, y este es el fin último que persiguen. El problema está en los medios utilizados para lograr este fin, y el  más habitual es la Demagogia y el ataque para desprestigiar al adversario.

Es una práctica muy habitual que la oposición ataque al Gobierno, y que este último se defienda con la misma moneda. Esto se ha visto patente en los últimos años, en el tira y afloja que PSOE y PP han mantenido, a veces de manera vergonzante para los españoles.  Muchos han sido los debates en el Congreso, pero más fuera de esta cámara. Todos ellos tensos, pero ninguno realmente político. Desde el aborto, hasta la crisis económica, y ahora  de nuevo ETA, han sido algunos de los temas que más han enfrentado a Gobierno y oposición. Pero este no ha sido un  enfrentamiento ni limpio ni político. En ningún momento se ha  buscado el consenso e intentar favorecer el interés general de los españoles, sino más bien la confrontación, el desprestigio de uno hacia otro,  mediante una crítica que muy pocas veces  ha sido constructiva y, si muchas, destructiva.

Hasta tal punto han llegado ser estos enfrentamiento, que se han atrevido incluso a enfrentarse a temas tan delicados y sensibles como es ETA. Es intolerable que nuestros políticos utilicen ETA como una baza electoral. Ello es una falta de respeto a todas las víctimas del terrorismo. Cuando veo en el Congreso discursos tan bochornosos, como los del otro día de Gil Lázaro y Rubalcaba, pienso el por qué no hacer un esfuerzo, dejar a un lado la “rivalidad” y buscar el consenso político tan necesario para derrotar definitivamente a ETA. Es momento ahora, que se ha logrado debilitar política y militarmente a ETA, de poner la puntilla final, y trabajar todos en el mismo barco, el del fin del terrorismo, y no en el de hacer de  ETA un argumento para ganar unas elecciones. Y lo digo por todos los partidos políticos: por los que intentan sacar provecho de los méritos logrados, y los que intentan desprestigiar esos méritos.

Una de las razones por las que nuestra clase política no puede enfrentarse por ETA es por la escasa credibilidad que tiene la misma, aunque hay quien se empeña por darle crédito a la banda. Claro está que ese crédito dependerá de si favorece o no a los intereses del partido. Esto mismo es lo que esta semana le achacaba Rubalcaba a Gil Lázaro, que su partido (PP) le daba credibilidad a la banda cuando les interesaba y ello suponía un beneficio para los intereses electoralistas del partido. Insistía Rubalcaba esta semana en el Congreso que no nos podíamos creer las palabras de ETA, diciendo literalmente “bazofia de ETA”, y reprochando al PP por llevar a la cámara esa sarta de mentiras. Y es que nunca podemos caer en el error de creer lo que dicen una banda de terrorista. Puede ser que el gobierno haya cometido graves errores, que haya ocultado algo, ya lo discutiremos, pero no podemos creernos la palabra de terroristas.

Todo este debate en torno a ETA ha resurgido debido a la salida a la luz de las actas de las reuniones que el Gobierno mantuvo con dirigentes de ETA durante el periodo negociador de hace unos años. El PP exige un debate sobre estas actas y que el gobierno desmienta las mismas, de lo contrario se les dará veracidad a las mismas. Sin embargo, no piensan lo mismo otros partidos, tales como PNV, CiU e IU, que consideran que el PP no deberían “usar” el terrorismo. De ahí que no hayan conseguido respaldo para exigir al gobierno un debate sobre las mismas.

Por otra parte, no entiendo porque Rubalcaba no ha desmentido con rotundidad estas actas, sino que simplemente se haya dedicado a reprochar al PP que haya vuelo a usar a ETA para desprestigiar al Gobierno. Y con ello volvemos al principio de este artículo, que la política de hoy, ni la de nunca, ya no consiste en debatir constructivamente con el fin de buscar la mejor solución para el país, con gobierno y oposición de la mano en temas de importancia nacional, sino en destruir todo lo que aporta el otro.

Otro asunto es el del Caso Faisán, el del supuesto chivatazo a ETA cuando la policía iba a llevar a cabo una importante operación contra la misma. Asunto también utilizado por el PP para recordar otros casos oscuros en los que ha estado involucrado Rubalcaba. Pero esto es un tema que está en manos de la justicia, y será esta quien determine quienes han sido responsables de este presunto chivatazo.

Lo que podemos tener claro, y ya como conclusión, es que tanto Gobierno como oposición, en la misma medida, aprovecharán cualquier cosa, la más mínima si cabe, para desprestigiar al gobierno, usando como no el instrumento de la demagogia como arma letal. Y claro está, que ello tiene como único fin: La Moncloa.

Andrés Rodríguez